lunes, 25 de julio de 2011

FIN DE ESTUDIOS y del diario: parte excretoria. Versión: 127.80 bis bis bis casi definitiva.


Como muchos otros compañeros de penurias literarias universitarias, he llegado al fin o a uno de los fines de alguno de los principios (o precipicios) de una etapa académica. Ciertamente cuando ahora me preguntan si servimos para algo, mi respuesta, y de la mayoría de los consabidos ex-estudiantes, es no. Pero cuando me o nos preguntan qué vamos a hacer de aquí en adelante, la respuesta es una risa tonta menos sincera que el “no” anterior y muchísimo más reveladora, porque es así: ¿qué vamos a hacer?
Puesto que no quiero que se nos confunda con tontos (lo cual puede convertirse en una ardua o “arduaísima” tarea), vamos a sustituir la risa tonta por la nerviosa, ya que no es la tontería en sí lo que nos hace reírnos al nivel del patetismo, sino la incertidumbre de nuestro futuro más inmediato. A algunos se les ocurre que después del tremendo esfuerzo de, durante cada año, leer unos 20 libros, escribir 20 páginas para un trabajo  y preparar unas 3 presentaciones delante de unas 20 personas, sumado al del trabajo final y sus exámenes finales, ha llegado el momento de tomarse unas grandes vacaciones y hacer el viaje de su vida, a otros se les ocurre que ha llegado la hora de comenzar a trabajar en algo (a veces en lo que sea)  para conocer el horrible mundo laboral que les espera a los absolventes en letras, y a otros, los que quizás hayan sufrido un desgaste más dañino y hayan visto reducido en gran parte su antigua gran legión de neuronas, se les ocurre que lo mejor es hacer carrera académica. En caso de escuchar tal afirmación, la risa no es nerviosa (o tonta), sino más bien explosiva,  con millones de soniditos perfectamente colocados artísticamente en el aire que denotan sarcasmo, ironía y burla al mismo tiempo. Nada más lejos de la realidad más real; yo mismo me acabo de reír así.
Y es que aun siendo lo más lógico, porque ha sido lo único que hemos aprendido a hacer (o sea, a leer 20 libritos por año, escribir y hacer presentaciones delante de 20 personas), es al mismo tiempo lo más absurdo. Porque esto tan valioso que queremos, solo lo podemos seguir haciendo de las siguientes formas: la primera y la mejor es con una beca para tres o cuatro años en la que nos pagan los gastos para para que sigamos leyendo los libros, escribiendo, haciendo las presentaciones delante de las 20 personas y hasta clases. La segunda, y ya no tan buena, es sin la beca y trabajando al mismo tiempo en el horrible mundo laboral que les espera a los “letrados”, para poder seguir leyendo libritos, escribiendo y haciendo presentaciones, sin pasar mucha hambre, pero muy posiblemente sin dar clases. La tercera, y posiblemente la peor,  es leer los libros, escribir y hacer las presentaciones delante de un espejo en tu casa (si es que tienes una) porque ya ni siquiera vives en la misma ciudad en la que está tu universidad. De las clases olvídate, por favor.
Así pues, parece ser que los “letrados” que queremos seguir siendo “letrados”, estamos destinados o “destinadísimos” a ser el arquetipo perfecto del polo opuesto del ciudadano perfecto al que nos tiene acostumbrados la bendita televisión: vamos a ser pobres residentes en buhardillas, frecuentadores de coloquios trimestrales, de las oficinas del paro y de restaurantes y bares de mala muerte (en el 75% de los casos para trabajar). Unos freaks hartos de escuchar las ya comentadas risas explosivas-burlonas-melancólicas cada vez que expliquemos nuestros (quizás aún) maravillosos proyectos, comprensibles solo desde el punto de vista del absurdo. Porque hasta en el mejor de los casos, amigos, nos movemos en el subgénero del absurdo.
Y sin embargo (y muy posiblemente también con él)  el futuro que se avecina no es tan trágico porque también tiene su parte divertida, divertidísima, y no solo por las risas, sean del talante que sean, sino también las vacaciones inexistentes, y las cartas del propietario de tu buhardilla (si es que tienes, repito) pidiéndote que le pagues ya el alquiler. Alegría pura para nuestras lecturas, escritos, presentaciones y en especial para los chistes (chistes con alegría) que van a ejemplificar casi al completo cualquier teoría existente sobre el humor, y que va a hacer de nuestra absurda vida, una absurda vida divertida a más no poder. Sobre todo y especialmente, y muy especialmente, remarco, para los “ideadores” de empleo explotador. Ellos serán los grandes beneficiados de nuestra imprudencia incesante de querer seguir siendo “letrados” a cualquier precio. Ya veréis cuán divertidísimo será.
Y hasta aquí hemos llegado. Dejo por hoy mis divertidos pensamientos optimistas, para seguramente continuarlos con más optimismo (si es que cabe) algún día de algún mes, y me voy de vacaciones antes de que el día de mañana me quede sin ellas. Para más información acerca de las andanzas de un doctorando en letras, o de un Magister Artium en el mundo laboral, tecleen por favor www.alquilinosdebuhardillas.com o www.telepizzaempleo.es. No saldrá nada pero, al fin y al cabo, es lo mismo.


P.D.: Quizás esto tenga poco o nada que ver pero, por si acaso hubiera o hubiese quedado algún destello de optimismo en estas líneas, advierto a los letrados o a los que les guste leer, que si por casualidad le contestas a un policía de la Guardia Urbana de Barcelona que consumes literatura mientras te bebes una cerveza, te pone un multa y te dice que esas son las multas que más le divierten. Y yo me repito que, de verdad de la buena, esto va a ser divertidísimo.

jueves, 24 de febrero de 2011

Ernst Toller y Kurt Eisner en la revolución de Múnich

     Como hace poco se cumplió otro aniversario (el asesinato del señor Kurt Eisner, el 21 de febrero de 1919) del principio de la caída de la revolución más extraña y menos violenta de la historia de las revoluciones, me gustaría presentar a dos excepcionales personajes (literarios y políticos) y su papel en aquellos meses: Kurt Eisner y Ernst Toller.

Quizás todos o muchos conocen esta revolución que tuvo lugar después de la Primera Guerra Mundial a lo largo y ancho de toda Alemania. También nombres como el que fuera la cabeza visible, dirigente y posterior traidor Friedrich Ebert, o el mismo que la proclamó desde el parlamento berlinés Philipp Scheidmann, el que entrenó y reorganizó a los Freikorps para proceder a  la contra-revolución, Gustav Noske, o los mártires Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, los únicos que sabían qué es lo que realmente ocurría y el doble juego que hacían estos socialistas conservadores líderes de la revolución socialista y más tarde líderes de la contra-revolución conservadora
      Una revolución que comenzó en Kiel un 30 de octubre de 1918, que culminó el 9 de noviembre con su proclamación mientras Ebert, montado en cólera, intentaba terminarse una sopa. Y una república que murió a golpe de metralleta por (en su mayoría) Freikorps dirigidos por los mismos que 5 meses antes la proclamaban en Berlín.

La revolución de Kurt Eisner
                                          „Bayern ist fortan ein Freistaat“ (“Desde ahora, Baviera es un estado libre”)
      En Baviera las cosas fueron ciertamente diferentes que en el resto de Alemania. Allí hubo una cabeza – no solo visible – que quiso realmente cambiar el sistema y que tenía unos objetivos claros y definidos para cambiar realmente las cosas. Eisner fue aquel líder que hizo la revolución en Múnich y la consiguió incluso dos días antes que en el resto del país. Eisner era judío, literato - se había hecho un nombre como crítico de teatro y era redactor de la revista “Vorwärts” –, de izquierdas y bohemio. Marchó a Baviera a hacer la revolución con las peores cartas que se pueden tener para ser respetado – no digamos para tener éxito – en el que era, y es, uno de los “Länder” más conservadores de toda Alemania.

Aunque no era un gran político, sí un hombre con una gran fuerza imaginativa y gran carisma (carisma y simpatía que se había ganado en las manifestaciones durante la guerra) las cuales fueron las armas que lo llevaron a proclamar con éxito la República de Baviera el 7 de noviembre en Múnich, después de una manifestación que estaba controlada por fuerzas del gobierno y que no pudieron hacer nada para evitar la pacífica revolución.

      Él mismo llevó ese día al pueblo manifestante a la adhesión con las fuerzas armadas, entraron en el Parlamento sin oposición alguna, se hicieron los primeros consejos de soldados y obreros, y se proclamó la República, en la que él mismo fue nombrado presidente. Anunció una posterior convocatoria de la Asamblea Nacional para determinar más claramente la estructura del nuevo sistema y hacer elecciones. Mientras tanto quería gobernar mediante los consejos – donde se incluían también los consejos de campesinos, algo inédito en el resto de la revolución en Alemania –  y recomenzar el diálogo con los Estados Unidos. Su nuevo gobierno era una mezcla llena de imaginación que se componía en gran parte de filósofos anarquistas como Gustav Landauer o de periodistas y escritores de izquierdas como Erich Mühsam y Ernst Toller, lo cual ya decía mucho del nuevo orden que pretendía, cediéndole a las ciencias humanas una parte muy importante en la política Una política que sí quería cambiar el sistema, y además sin derramar ni una gota de sangre. Al contrario de Ebert, que proseguía con las mismas ideas desde el comienzo de la guerra, que no eran otras que conservar la monarquía y el antiguo régimen, para lo cual estuvo dispuesto a llegar a todo.
     Finalmente llegó la ansiada Asamblea Nacional y el USPD dirigido por Eisner perdió las elecciones a favor del  Partido Popular Bávaro, dirigido por la burguesía. Y aunque aquello era ciertamente una derrota, no era de gran importancia para él, pues los consejos ya estaban creados y tenían poder en el parlamento. Además en caso de que se intentasen abolir, se podría hacer una segunda revolución con el apoyo de la clase trabajadora y los soldados fieles a él.
      Sin embargo, nunca se sabrá si la revolución pudo haber triunfado con Kurt Eisner: fue asesinado el 21 de febrero de 1919, día en el que entraba en funciones el parlamento del Estado de Baviera. Su entierro fue el más visitado de la historia de Múnich, hasta los campesinos llegaban desde lejos, con sus “Lederhosen” para dar el último adiós a aquel bohemio berlinés que tanto los había tenido en consideración.

Su muerte significó el principio del fin en la República, pues lo que ocurrió a continuación tuvo poco que ver con su ideología e intervenciones. A continuación el gobierno quedó prácticamente incompetente, y no sólo por su desaparición, si no porque ésta provocó el atentado que sufrió Auer (su rival en el Parlamento) y que lo dejó fuera del campo político, y porque otros dos dirigentes del gobierno escaparon por miedo a represalias contra ellos.
      En las siguientes semanas llegó la completa desorganización: se formó un contra-gobierno dirigido por Hoffmann que poco después instaló su sede en Bamberg, la contra-revolución ya había llegado a Múnich, estalló la guerra civil y el KPD, dirigido por Leviné, hizo un golpe de estado dentro de la misma revolución dos semanas antes de la definitiva derrota a manos de los Freikorps, entre los días 1 y 3 de mayo, que dejaron miles de muertos, heridos y detenidos.

La revolución de Ernst Toller

     Ernst Toller no estuvo en Berlín el día de la proclamación de la República Alemana el 9 de noviembre de 1918, tampoco estuvo en Múnich con Kurt Eisner el 7 del mismo mes, ni el 21 de febrero de 1919, día del asesinato del mismo Eisner. Sin embargo su aportación a la revolución y a la República de Consejos de Múnich fue más que remarcable, tanto que sin él, la historia hubiera sido ciertamente diferente. Pero su revolución comienza mucho antes de la muerte de Eisner y de la República: el punto de partida es durante la Primera Guerra Mundial.
      Al comenzar la guerra se inscribió como voluntario en el frente francés en el que participó en las batallas más sangrientas de forma activa, como el mismo narra en su autobiografía Eine Jugend in Deutschland (Una juventud en Alemania): en Pont à Mousson, Priesterwald y en Verdun, y por sus actuaciones en ellas recibió el título de suboficial y la condecoración de la Cruz de Hierro, algo que se otorgaba en muy pocas ocasiones y sólo por acciones militarmente heroicas en el campo de batalla. Su participación en la guerra de las trincheras terminó por enfermedades psicológicas que pudieron ser causadas por las dificultades de integración por su origen judío. Tras su salida del hospital se trasladó a Múnich, en donde se matriculó en los estudios de derecho y filosofía, y retomó las actividades literarias que ya había comenzado en su adolescencia, y que le llevaron a conocer personajes como el editor Eugen Friedrich, Thomas Mann o el filósofo y sociólogo Max Weber, al cual siguió hasta Heidelberg para continuar asistiendo a sus lecciones. Bajo las influencias de estos intelectuales, el futuro dramaturgo cambió su perspectiva respecto a la guerra y la violencia llegando al polo contrario, al reconocerse en estos momentos como un absoluto pacifista, hasta el punto de intervenir años después en la justicia, para salvar de la pena de muerte al Conde Arco-Valley, el asesino de su amigo y maestro Kurt Eisner.
Los siguientes pasos de Toller fueron de forma activa fundando la asociación pacifista Kulturpolitischer Bund der Jugend in Deutschland en Heidelberg muy influenciada por las ideas anarquistas del sociólogo y filósofo Gustav Landauer. Ideas que más tarde Toller reconocerá de la siguiente forma: “Der Künstler muß als Künstler Anarchist sein, und als soziales Mitglied, als ein auf die Befriedigung der Lebensnotdurft angewiesener Bürger Sozialist” (“El artista debe ser anarquista como artista, y como miembro social, es decir como ciudadano que depende del cumplimiento de sus necesidades vitales, socialista”). La influencia del socialismo es evidentemente del admirado Eisner.
     El primer encuentro entre el dramaturgo y Eisner fue en una estancia en Berlín. Quedó fascinado por él y fue la persona que más influyó en los años revolucionarios del autor. Lo siguió a Múnich atraído por sus planes políticos y allí tuvo lugar la primera intervención que hicieron juntos, al participar en la huelga el 27 de enero de 1918, una huelga en la que Toller repartió escenas pertenecientes a su primer drama Die Wandlung (La transformación), en las que se manifestaba en contra de la guerra, los patriotismos e incluso denunciaba el creciente antisemitismo de los militares. La huelga (huelga en la producción de munición) que se prolonga cuatro días, acaba con la detención de Toller y de Eisner. Toller irá a la prisión militar y después a un manicomio – motivado por gestiones de su madre -, hasta septiembre de 1918.
      Aunque ya estaba fuera de prisión en el momento de la formación del gobierno parlamentario en Baviera, no pudo ser partícipe de su formación a causa de una gripe que lo retuvo en Landsberg, y no será sino hasta mitades del mismo mes, cuando el futuro autor de dramas expresionistas llegue a formar parte del gobierno creado por Eisner, siendo nombrado segundo presidente del consejo ejecutivo de la República de Baviera.
      Su entusiasmo por la llegada del “nuevo hombre” y por una nueva sociedad aumentaba a medida que la formación de la República de Consejos iba avanzando, y a medida que se iban desenmascarando sus carencias en el mundo de la política, llenas de contradicciones provenientes de sus discursos y sus acciones, como también inexactitudes a la hora de definir su ideología política como lo era el socialismo, según Klaus Bebendorf,  en su trabajo sobre el autor, nunca supo decir bien que significaba este término para él. Muy en concordancia con las opiniones de sus contemporáneos como Max Weber o como Ernst Niekisch que afirmaban que sus acciones políticas carecían de estrategia alguna.
      Fue a partir de febrero, después del asesinato de Eisner – momento en el que se encontraba en Berna – donde su participación política derivará a acciones cada vez más alejadas de la posición pacifista a la que le había “jurado pleitesía”, llegando a tal punto que prestará ayuda en abril del 1919 al nuevo y violento gobierno comunista de Leviné - ejerciendo como comandante - y ganando una de las batallas más importantes del ejército rojo en la revolución de Baviera, en Dachau. Más tarde se perderá la Republica, será detenido, juzgado y condenado a 5 años de cárcel por su participación en el gobierno revolucionario. En sus años en la cárcel terminará su drama Die Wandlung y escribirá otros 4 más: Masse Mensch, Die Maschinenstürmer, Hinkerman y Der entfesselte Wotan, además de ciclos de poesía entre los que destaca Das Schwalbenbuch, y las cartas desde prisión que más tarde serían publicadas.
     Quizás por suerte o quizás no, sus actividades políticas pasaron a segundo plano después de la detención y el encarcelamiento. Eso nunca lo sabremos. Lo que si sabemos es el legado de dramas que nacieron a raíz de la experiencia revolucionaria de aquel político pacifista exaltado, aquel que no se unió a ningún partido, aquel que se puso con 25 años al frente de aquella república. Y también sabemos, que por suerte, no fue condenado a muerte, ni asesinado como muchos otros de sus compañeros de revolución o como el gran líder Eisner, al cual, junto a Toller, queremos rendirles homenaje desde aquí.

lunes, 7 de febrero de 2011

Diario de un trabajo académico recién empezado. Parte post-supositoria rectal. Introducción dolorosa 1.1.2.2. Volvemos al lugar del crimen

Desde luego que hay preguntas que son fáciles de responder y otras que no. De hecho, hay preguntas que son difíciles de responder pero que se responden de una manera fácil y otras que se responden fácilmente de una manera difícil. De hecho, yo me contesto a mí mismo con una facilidad fuera de lo común con las respuestas más complicadas que yo pueda imaginar a las preguntas más absurdas que yo mismo me pueda hacer.
En fin, voy a ir al grano, que el tiempo vale más que el oro (eso ya lo dije), y voy a  intentar contestarme vía “mi blog” a las preguntas que me hago. Pero no sin antes decir que lo que ya me preguntaba hace aproximadamente una semana me lo han preguntado en mi desastrosa presentación de la Magisterarbeit. De hecho, la pregunta que mi hicieron (Gracias Daniel) es a la vez la contestación a la elección de los dos novelones o novelazas del amigo Roberto para aplicar el principio dilógico del amigo Miguel (Bajtín para los no tan amigos). Y es que dos días más tarde de preguntarme la elección (que la hice por mera intuición) y no poderme responder, sí que lo conseguí cuando la pregunta vino de una boca que no era la mía: afirmé que son las novelas que más técnicas narrativas parecidas tienen en la obra de Bolaño. Toma.
Si eso es cierto o no, me gustaría saberlo, pues hasta el momento aún me faltan varios libros (entre ellos novelas) del autor por leer (Y no, no he leído todo de Bolaño). Pero he vuelto a releer varios de los pasajes que están destinados a meterse dentro del trabajito académico, y ciertamente, muy ciertamente, encuentro puntos, muchos puntos, en común, muy comunes, en la técnica de narración. Qué alegría, me dije. Soy hasta listo,volví a decirme.  Y así hasta que empecé a descubrir que algunas – y algunas significan quizás muchas – de las estrategias narrativas, se repiten a menudo en otras de sus novelas, las cuales no las voy a enumerar porque por una parte rompería el principio de solo publicar escritos no académicos y por otra estoy muy harto de la hibridez, la estilización, la parodia, el diálogo interno y las ideologías de las voces, las cuales introduciría aquí al escribir en lenguaje académico, lenguaje que no es otra cosa, que escribir de modo que no se pueda contradecir nada, no caer en falacias pero todo el mundo las comente (NO confundir con nada!) y que sea difícil de entender por los que no son académicos y por los que sí lo son.
Ya tengo lo que quería y lo que no. “Mis” dos novelas se parecen mucho, pero también se parecen a las otras en algo, tirando a mucho. Creo que incluso también a las otras, las que no he leído. Eso sí, en longitud no se les parecen, y así se hagan la cirugía estética, tampoco en la estructura. Por lo visto, ya tengo alguna pista que seguir, o seguir siguiendo. Así que, manos a la obra y seguir honrando el oficio de detective. (Ahora me voy de nuevo al lugar del crimen - o sea, a las dos novelas -, vuelvo en unos días y os cuento – o mejor me cuento -  el miedo que da).

sábado, 29 de enero de 2011

Diario de un trabajo académico recién empezado. Parte Pre-Introductoria Supositoria 0.0.0.1: la razón del dialogismo en Los detectives salvajes y 2666 de R. Bolano.

La pregunta de por qué he escogido estos textos para aplicar – lo que podríamos llamar – el principio dialógico de Bajtín, o viceversa, por qué he escogido el principio dialógico de Bajtín para analizar aspectos (tanto temáticos como técnicos) de estos textos, es lo único que aún no he conseguido ni tan siquiera imaginar que lo pudiera responder. Ya solo me conformo con intentarlo.
Como intento más lógico de respuesta, consigo primeramente articular lo siguiente: Los detectives salvajes y 2666 son dos novelas anti-institucionales y pluriculturales. Esto no es debatible. Solo lo sería si digo que éstos son los temas principales. Porque no lo son. Entonces son novelas con aspectos anti-insitucionales y pluriculturales. Y esto está claro en mi mente y en la de todo el mundo. Son como las películas expresionistas que no lo son, porque solo son películas con elementos expresionistas.
Ahora bien, por qué estas novelas son tan apropiadas para analizar el anti-institucionalismo y el multiculturalimo  si el tema principal no es ni de lejos ninguno de los dos? Pues porque, aunque a simple vista no lo parezca, el anti-institucionalismo y el multiculturalismo están presentes durante toda la narración de los dos textos.
Esta omnipresencia del posicionamiento del narrador (no nos confundamos con el autor) en cuanto a las instituciones de toda índole y de multicultirualismo chileno, mexicano, espanyol y catalán, es visible desde muchos puntos de vista en muchos fragmentos, pero quizás y solo quizás, es solo perceptible en todo momento si lo observamos bajo la lupa del principio dialógico.
Cualquier experto en Bajtín podría tirarme una piedra a la cabeza si me dedico a hacer explicaciónes de su teoría o le doy definiciones. Pero voy a arriesgarme, entre otras cosas porque nadie lee este blog: todo enunciado es dialógico y por lo tanto, todo enunciado contiene (un solo enunciado) diversos discursos e ideologías. Eso ya lo dijo Bajtín, así que, no corrí riesgos (o eso espero).
No hace falta decir que la ideología del narrador de Roberto se posicionaría en el anti-institucionalismo y por lo tanto, con esto, y de esta forma tan simple, el discurso anti-institucional lo podemos percibir en cualquier enunciado de ambos libros. Esto, por cierto, no justifica para nada la elección de estas dos novelas. Por lo tanto, voy a hacer otro esfuerzo y me voy a preguntar por la otra linea que sigo en este trabajo:
?Cómo percibimos la omnipresencia del multiculturalismo? Es decir, cómo percibimos la presencia de Chile, México y Espanya en los enunciados? Dado que el autor (el real, no el narrador. No nos confundamos otra vez) vivió su infancia en Chile, creció en México y vivió más de 20 anyos en Espanya, podemos decir que la eleción del escritor está justificada. Excelente, me digo en mis adentros, una vez más. Pero la elección de los libros sigue sin estarla.
Esto será todo por hoy. No voy a continuar por ahora con hipótesis ni con razonamientos falaces (no confundir con nada, por favor). El estado de mis preguntas internas del por qué del trabajo solo es accesible para mi razonamiento hasta aquí. De todas formas continuaré y lo volveré a intentar. Pronto, que el tiempo es oro y a veces platino. Dejo esa firme promesa. También dejo la promesa, aunque no tan firme, que hay algún tipo de lógica en esta elección de temas, libros y teoría. Y cuando la vea, si la veo, será bacán, chingón y cojonudo a la vez.

martes, 7 de diciembre de 2010

Roberto Bolaño y su torre de Babel

(artículo ficticio de un ficticio1998)

     Cada vez resulta más y más extraño encontrar escritores que construyan una obra con una reconocida calidad literaria y que por otra parte cumplan la función imprescindible que ésta debe tener, que es, por suerte o por desgracia, la de ser leída. Además tiene que ser leída por lectores tan diferentes en sus gustos y exigencias que se podría decir que también hablan idiomas diferentes. Yendo más lejos: construir una obra así es prácticamente como construir una torre de Babel y para esto se requiere, por muy descabellado que suene, que el escritor sea un gran políglota. Un escritor aparte de hablar su propia lengua, tiene que hablar el idioma del lector, el del editor, el del crítico literario y evidentemente el del público más culto y del que no lo es tanto. Tiene que hablar los idiomas de sus colegas literatos y por qué no, también debería  hablar el idioma de los universitarios en el que también van incluidos los profesores. Para ser más completos, también tiene que hablar el idioma de los adolescentes, y todo esto, repito, sin olvidar el suyo propio.

     Llegados a este punto creo que no hace falta decir que desde hace un tiempo llevo leyendo y releyendo a uno de estos eruditos escritores y no sin gusto me gustaría presentarlo a los que todavía no les ha hablado en ningún idioma: Roberto Bolaño. Nacido en Chile en 1953  y residente en Blanes desde hace más de 20 años, se yergue en el panorama literario actual como un políglota sin apelativos. Ha publicado recientemente su  último libro en Anagrama “Los detectives salvajes”, la misma editorial que lo dio a conocer con la novela « Estrella distante » en 1996 y con los 14 cuentos de “Llamadas telefónicas » en 1997. Tres libros en Anagrama (antes ya había publicado con escaso éxito una novela Seix Barral y Acantilado respectivamente) son un pequeño bagaje para estar hablando de un escritor que potencialmente llega al público más y al menos refinado, pero también sólo tres libros que han sido suficientes para que Bolaño haya llegado a hablar a tantos lectores.

     El primero de ellos, « Estrella distante », quiso hablar  la lengua de la crítica especializada, la cual lo alabó sin tapujos y lo clasificó de pequeña obra maestra. Su argumento – la búsqueda tras un criminal que escribía versos en latín en el cielo con un avión - está al nivel de su capacidad narradora. Valgan como ejemplo las palabras de Luis Alonso Girgado en Diario Córdoba: “Bolaño exhibe no sólo una poderosa y original capacidad imaginativa, sino una inusual fuerza narrativa y una persuasiva forma de encajar la vida literaria”.   O las de María Bermúdez en Clarín: “Audaz escritura, un sorprendente efecto de distanciamiento y frialdad al narrar el infierno atroz al que nos lleva ese poeta-aviador maestro del horror”.  O las de un crítico como Joaquín Marco: “ha formulado una historia en la que vida y literatura se confunden dramáticamente; donde la estética del mal se encarna en personajes que simbolizan una historia real  que escapa a los límites de un Chile captado como tragedia”. Así como la aparición de la primera de las innumerables reseñas que ya le ha escrito el renombrado crítico de El País, Ignacio Echeverría.
Dominar esta lengua fue un buen comienzo, aunque no sea altamente productivo económicamente, ya que hasta el día de hoy no se han vendido ni 2000 copias.

    Un año más tarde y ya controlando perfectamente el idioma de su editor Jorge Herralde, Bolaño nos obsequia de nuevo con un gran libro de 14  cuentos en el cual su poligloto-manía hace que pueda envolver incluso al lector menos dotado lingüísticamente. En su cuento «Sensini» nos describe  las peripecias y penurias por las que tienen que pasar los escritores para sobrevivir, llegando a la situación de intentar ganarse la vida ganando concursos literarios y en el que Bolaño conversa a su vez con el mismo y con sus colegas literatos. En otro de ellos, “Una aventura literaria“, deja claro que conoce también el idioma de los amantes de la literatura (posiblemente también políglotas) introduciéndonos en el tema del doble al más puro estilo de Borges. Hasta en su variedad temática y narrativa llega penetrar en el mundo del porno en “Joanna Silvestri” donde nos explica la triste relación de ella con un ex–compañero de rodaje supuestamente enfermo.

     Si ya Bolaño dejaba claras sus intenciones de construir su torre de Babel con estos dos libros - o si prefieren una obra total -  bien es cierto que le faltaba consolidarse como el escritor políglota al que me refiero. Igual que como en su tiempo lo pudieran hacer escritores de la talla de Dickens, cuyos escritos no sólo van a perdurar como catedrales en la historia de la literatura sino que también podía hacer de su escritura un oficio, o como más recientemente el austríaco Thomas Bernhard, objeto de meticulosos estudios universitarios y que casi se le publicaba tan rápido como se le traducía, también le faltaba a Bolaño su recién publicado “Los detectives salvajes”. Una historia que gira en torno a Arturo Belano (Alter Ego de Roberto Bolaño) y Ulises Lima (representando a Mario Santiago Papasquiaro), dos jóvenes poetas mexicanos que junto con una prostituta y otro poeta se lanzan por los desiertos de Sonora a la búsqueda de la desaparecida Cesárea Tinajero, fundadora del grupo literario realvisceralistas, mientras que a la vez el proxeneta de la prostituta los persigue para arrebatársela. En medio de esta historia (el libro está dividido en tres partes) aparecen 54 relatos en los que se hace una referencia total o parcial a los dos personajes principales. 54 relatos en los cuales lo pintoresco, lo humorístico y lo esperpéntico se mezclan para que el lector vea 54 diferentes Belanos y Limas. Escritores fracasados, un editor perseguido por pistoleros a sueldo, un padre de famlia encerrado en un manicomio mexicano, Belano y Lima como vendedores de droga, como detectives, como poetas y como viajeros. Historias tan diversas, grotescas y dispares como Arturo Belano retando a un duelo con espadas a un crítico literario - que bien podría ser Echevarría - mientras su novia lo observa desde dentro de un coche, situaciones como pasar la Nochevieja encerrados en la casa de unos amigos con una prostituta, mientras son acechados desde fuera por el proxeneta de ella o como la de  Ulises Lima siendo expulsado de Austria junto con un nazi de nombre Heimito.
    
     Con la variedad argumental en sus historias, con la originalidad estructural y su fuerte sentido del humor, no es de extrañar que Bolaño se acerque a una gran variedad de lectores y que a estas alturas se le pueda calificar de lo que hoy estoy llamando políglota. Bolaño habla con todos. “Los detectives salvajes” hablan con todos. Con los lectores que solamente quieran seguir un argumento pueden leerlo desechando la segunda parte de la novela, con los lectores que pretendan encontrar una filosofía detrás de su literatura pueden relativizar el mundo con las distintas concepciones de sus personajes, incluso con los lectores que quieran hacer de su literatura un objeto de análisis pueden indagar en sus complejas estructuras.
    
     No sé si Bolaño continuará siendo políglota, si seguirá combinando su originalidad, fantasía y estética narrativa y la vez deleitar a toda clase de públicos o si aprenderá más idiomas que le ayuden a crear una obra redonda. Pero sí que se puede decir que con las lenguas que ya domina se une a los que ya desafiaron a Yavé para levantar su torre hasta el cielo. Ya no parece tan utópica. Yo, por el momento, le ayudo a construirla.

Un fascista, ningún Pirandello y cien mil revolucionarios


(escrito algún día de algún mes de 2010)
     Si hoy en día me preguntaran cómo debo describir a Luigi Pirandello, la persona, en relación con su obra, la escrita, lo primero que me pasa por la mente es, por un lado el telegrama que muchos hemos leído, en el que pide personalmente al Duce la adhesión al partido fascista, llena de respeto, de cortesía y de sumisión, y por otro, su obra (que también casi todos hemos leído), su literatura irrespetuosa, rica como pocas en experimentos, personajes y situaciones inclasificables, una literatura innovadora y tan atrevida en su multiplicidad de voces y temáticas que nadie que estuviera en su juicio, podría ver en ella una personalidad conservadora. La obra de Pirandello es revolucionaria, como bien dice Arcangelo Leone de Castris en Storia de Pirandello. Pero como bien dice Luigi Pirandello, él se considera digno de pertenecer al Partito Nazionale Fascista. Entonces, ¿estamos ante el escritor que escribió todo lo que tenía de fascista en el telegrama que envió a Mussolini? O, ¿ante el fascista que escribió cientos de miles de textos de literatura revolucionaria que enviaba a sus editores? O, ¿ante un prolífico escritor de textos revolucionarios, una persona fascista y un Pirandello inexistente?
     Dicho de un modo más pirandelliano habría que hablar de „Un fascista, ningún Pirandello y cien mil revolucionarios“.
     Nació en Caos, en las afueras de Agrigento,  en 1867, hijo de familia burguesa, inicia sus estudios en letras en la universidad de Palermo y más tarde en Roma, estudiará durante casi dos años en Bonn, escribirá una tesina sobre el dialecto de su región natal y volverá a Italia,  donde comenzará sus primeras andaduras literarias en narrativa, gracias a la motivación que le inculca su mentor Luigi Capuana. Alcanzará su primer éxito con su revolucionario Il fu Matia Pascal, novela que escribe mientras ve a su mujer sumida en una enfermedad neurótica.  En este momento comenzará su carrera imparable hacía la innovación de las letras italianas, la cual solo se detendrá con su prematura muerte en 1936.
     Si en Il fu Mattia Pascal revoluciona la narrativa italiana „matando“ dos veces a su protagonista y dándole hasta tres identidades, la revolución de Uno, nessuno, centomilla no se quedará atrás y pone en práctica sus teorías sobre el relativismo de la realidad, donde somos uno, como nos presentamos, no somos nadie porque cambiamos constantemente y somos cien mil, las diferentes formas de cómo la gente nos ve. Un texto que se apoya en sus propias teorías y en las de investigaciones de la época como las de los franceses Alfred Binet y Henri Bergson y que se contrapone a las ciencias positivistas, al Darwinismo y al Naturalismo. Además, escribe de forma innovadora respecto a sus maestros: Capuana, Verga y el movimiento Naturalista. Y los deja atrás. Muy atrás. Incluso se diferenciará de otros escritores porque narran palabras y porque otros que narran ideas. Estos últimos, además, serán los mejores, y serán los más revolucionarios, literariamente hablando.
     A esta revolución le seguirán otras cientos de ellas con su proyecto de Novelle per un anno, con el cual pretendía escribir una „novella“ para cada día del año y que finalmente quedó inacabado. No obstante, la variedad de relatos que nos ofrece con situaciones tan disparatadas y diversas es considerable: perder un juicio para ganar un oficio (La patente), colocar los cerdos a un nivel por encima de la burguesía (Il signore della nave), culpar a la mujer del amante de la mujer del acusado para explicar el asesinato de esta última (La verità), cambiarle el hijo recién nacido a un mujer (Il figlio cambiato) o darle la „vida“ a un personaje mediante la contemplación de la luna (Ciaula scopre la luna), son algunos de los interminables ejemplos que se pueden extraer de sus cuentos.
     Pero las revoluciones no terminan con los relatos, las representaciones teatrales tampoco le irán a la zaga, es más, multiplicará  todo el éxito anterior hasta conseguir el Nobel en 1934. Llevará sus cuentos a las tablas y hará hasta que los personajes de sus obras busquen a su autor. Las representaciones causarán furor, repulsa y amor,  y más de una vez tendrá problemas porque sus revolucionarios textos no serán del agrado de la censura fascista. Sin embargo, como miembro del partido, podrá seguir representando su obra, escribiendo y publicando.
     Por no hablar de su revolucionario ensayo sobre el humor que dará una visión más amplia sobre este complicado tema, colocándose entre los grandes ensayistas del humorismo como Freud, Baudelaire o Bergson, gracias a su teoría del addvertimento del contrario y el sentimento del contrario, ejemplificado con obras maestras de la literatura italiana como I promessi sposi de Alessandro Manzoni, y por supuesto, a lo largo y ancho de sus cuentos, novelas y piezas teatrales.
     Su obra defendió la diversidad de voces, las clases sociales más bajas, los más desfavorecidos, criticó a las clases altas y quiso ver toda situación desde el mayor número de puntos de vista posibles, defendió a los „asesinos“ y atacó a los „justos“. Criticó las ciencias por ofrecer un campo de conocimiento estrecho y monolítico y relativizó personas y la vida, horizontal y verticalmente. Aplicó su teoría del humor en sus textos, sobre todo cuando se refería a  la burgesía. En Il fu Mattia Pascal mata la identidad de una persona, Uno, nessuno, centomila crea infinitas, los personajes buscan a su autor, Ciaula llora al ver la luna, los cerdos son inteligentes en Il signore della nave, en La patente se quiere perder un juicio para ganar algo en la vida, La verità hace que el sistema judicial caiga por el peso que le impone la narración. Ninguna de ellas nos deja apáticos. Y así, podríamos seguir con en el sin fin de sus obras, quizás hasta cien mil.
     „Cien mil“ textos atestiguan „cien mil“ revolucionarios. Un telegrama a un fascista: Eccellenza, sento che questo è per me il momento più proprio di dichiarare una fede nutrita e servita sempre in silenzio. Se l'E.V. mi stima degno di entrare nel Partito Nazionale Fascista., pregierò come massimo onore tenermi il posto del più utile e obbediente gregario. Con devozione intera. No diré nada en contra. Pero, ¿quién es Pirandello para decir esto?