lunes, 25 de julio de 2011

FIN DE ESTUDIOS y del diario: parte excretoria. Versión: 127.80 bis bis bis casi definitiva.


Como muchos otros compañeros de penurias literarias universitarias, he llegado al fin o a uno de los fines de alguno de los principios (o precipicios) de una etapa académica. Ciertamente cuando ahora me preguntan si servimos para algo, mi respuesta, y de la mayoría de los consabidos ex-estudiantes, es no. Pero cuando me o nos preguntan qué vamos a hacer de aquí en adelante, la respuesta es una risa tonta menos sincera que el “no” anterior y muchísimo más reveladora, porque es así: ¿qué vamos a hacer?
Puesto que no quiero que se nos confunda con tontos (lo cual puede convertirse en una ardua o “arduaísima” tarea), vamos a sustituir la risa tonta por la nerviosa, ya que no es la tontería en sí lo que nos hace reírnos al nivel del patetismo, sino la incertidumbre de nuestro futuro más inmediato. A algunos se les ocurre que después del tremendo esfuerzo de, durante cada año, leer unos 20 libros, escribir 20 páginas para un trabajo  y preparar unas 3 presentaciones delante de unas 20 personas, sumado al del trabajo final y sus exámenes finales, ha llegado el momento de tomarse unas grandes vacaciones y hacer el viaje de su vida, a otros se les ocurre que ha llegado la hora de comenzar a trabajar en algo (a veces en lo que sea)  para conocer el horrible mundo laboral que les espera a los absolventes en letras, y a otros, los que quizás hayan sufrido un desgaste más dañino y hayan visto reducido en gran parte su antigua gran legión de neuronas, se les ocurre que lo mejor es hacer carrera académica. En caso de escuchar tal afirmación, la risa no es nerviosa (o tonta), sino más bien explosiva,  con millones de soniditos perfectamente colocados artísticamente en el aire que denotan sarcasmo, ironía y burla al mismo tiempo. Nada más lejos de la realidad más real; yo mismo me acabo de reír así.
Y es que aun siendo lo más lógico, porque ha sido lo único que hemos aprendido a hacer (o sea, a leer 20 libritos por año, escribir y hacer presentaciones delante de 20 personas), es al mismo tiempo lo más absurdo. Porque esto tan valioso que queremos, solo lo podemos seguir haciendo de las siguientes formas: la primera y la mejor es con una beca para tres o cuatro años en la que nos pagan los gastos para para que sigamos leyendo los libros, escribiendo, haciendo las presentaciones delante de las 20 personas y hasta clases. La segunda, y ya no tan buena, es sin la beca y trabajando al mismo tiempo en el horrible mundo laboral que les espera a los “letrados”, para poder seguir leyendo libritos, escribiendo y haciendo presentaciones, sin pasar mucha hambre, pero muy posiblemente sin dar clases. La tercera, y posiblemente la peor,  es leer los libros, escribir y hacer las presentaciones delante de un espejo en tu casa (si es que tienes una) porque ya ni siquiera vives en la misma ciudad en la que está tu universidad. De las clases olvídate, por favor.
Así pues, parece ser que los “letrados” que queremos seguir siendo “letrados”, estamos destinados o “destinadísimos” a ser el arquetipo perfecto del polo opuesto del ciudadano perfecto al que nos tiene acostumbrados la bendita televisión: vamos a ser pobres residentes en buhardillas, frecuentadores de coloquios trimestrales, de las oficinas del paro y de restaurantes y bares de mala muerte (en el 75% de los casos para trabajar). Unos freaks hartos de escuchar las ya comentadas risas explosivas-burlonas-melancólicas cada vez que expliquemos nuestros (quizás aún) maravillosos proyectos, comprensibles solo desde el punto de vista del absurdo. Porque hasta en el mejor de los casos, amigos, nos movemos en el subgénero del absurdo.
Y sin embargo (y muy posiblemente también con él)  el futuro que se avecina no es tan trágico porque también tiene su parte divertida, divertidísima, y no solo por las risas, sean del talante que sean, sino también las vacaciones inexistentes, y las cartas del propietario de tu buhardilla (si es que tienes, repito) pidiéndote que le pagues ya el alquiler. Alegría pura para nuestras lecturas, escritos, presentaciones y en especial para los chistes (chistes con alegría) que van a ejemplificar casi al completo cualquier teoría existente sobre el humor, y que va a hacer de nuestra absurda vida, una absurda vida divertida a más no poder. Sobre todo y especialmente, y muy especialmente, remarco, para los “ideadores” de empleo explotador. Ellos serán los grandes beneficiados de nuestra imprudencia incesante de querer seguir siendo “letrados” a cualquier precio. Ya veréis cuán divertidísimo será.
Y hasta aquí hemos llegado. Dejo por hoy mis divertidos pensamientos optimistas, para seguramente continuarlos con más optimismo (si es que cabe) algún día de algún mes, y me voy de vacaciones antes de que el día de mañana me quede sin ellas. Para más información acerca de las andanzas de un doctorando en letras, o de un Magister Artium en el mundo laboral, tecleen por favor www.alquilinosdebuhardillas.com o www.telepizzaempleo.es. No saldrá nada pero, al fin y al cabo, es lo mismo.


P.D.: Quizás esto tenga poco o nada que ver pero, por si acaso hubiera o hubiese quedado algún destello de optimismo en estas líneas, advierto a los letrados o a los que les guste leer, que si por casualidad le contestas a un policía de la Guardia Urbana de Barcelona que consumes literatura mientras te bebes una cerveza, te pone un multa y te dice que esas son las multas que más le divierten. Y yo me repito que, de verdad de la buena, esto va a ser divertidísimo.

jueves, 24 de febrero de 2011

Ernst Toller y Kurt Eisner en la revolución de Múnich

     Como hace poco se cumplió otro aniversario (el asesinato del señor Kurt Eisner, el 21 de febrero de 1919) del principio de la caída de la revolución más extraña y menos violenta de la historia de las revoluciones, me gustaría presentar a dos excepcionales personajes (literarios y políticos) y su papel en aquellos meses: Kurt Eisner y Ernst Toller.

Quizás todos o muchos conocen esta revolución que tuvo lugar después de la Primera Guerra Mundial a lo largo y ancho de toda Alemania. También nombres como el que fuera la cabeza visible, dirigente y posterior traidor Friedrich Ebert, o el mismo que la proclamó desde el parlamento berlinés Philipp Scheidmann, el que entrenó y reorganizó a los Freikorps para proceder a  la contra-revolución, Gustav Noske, o los mártires Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, los únicos que sabían qué es lo que realmente ocurría y el doble juego que hacían estos socialistas conservadores líderes de la revolución socialista y más tarde líderes de la contra-revolución conservadora
      Una revolución que comenzó en Kiel un 30 de octubre de 1918, que culminó el 9 de noviembre con su proclamación mientras Ebert, montado en cólera, intentaba terminarse una sopa. Y una república que murió a golpe de metralleta por (en su mayoría) Freikorps dirigidos por los mismos que 5 meses antes la proclamaban en Berlín.

La revolución de Kurt Eisner
                                          „Bayern ist fortan ein Freistaat“ (“Desde ahora, Baviera es un estado libre”)
      En Baviera las cosas fueron ciertamente diferentes que en el resto de Alemania. Allí hubo una cabeza – no solo visible – que quiso realmente cambiar el sistema y que tenía unos objetivos claros y definidos para cambiar realmente las cosas. Eisner fue aquel líder que hizo la revolución en Múnich y la consiguió incluso dos días antes que en el resto del país. Eisner era judío, literato - se había hecho un nombre como crítico de teatro y era redactor de la revista “Vorwärts” –, de izquierdas y bohemio. Marchó a Baviera a hacer la revolución con las peores cartas que se pueden tener para ser respetado – no digamos para tener éxito – en el que era, y es, uno de los “Länder” más conservadores de toda Alemania.

Aunque no era un gran político, sí un hombre con una gran fuerza imaginativa y gran carisma (carisma y simpatía que se había ganado en las manifestaciones durante la guerra) las cuales fueron las armas que lo llevaron a proclamar con éxito la República de Baviera el 7 de noviembre en Múnich, después de una manifestación que estaba controlada por fuerzas del gobierno y que no pudieron hacer nada para evitar la pacífica revolución.

      Él mismo llevó ese día al pueblo manifestante a la adhesión con las fuerzas armadas, entraron en el Parlamento sin oposición alguna, se hicieron los primeros consejos de soldados y obreros, y se proclamó la República, en la que él mismo fue nombrado presidente. Anunció una posterior convocatoria de la Asamblea Nacional para determinar más claramente la estructura del nuevo sistema y hacer elecciones. Mientras tanto quería gobernar mediante los consejos – donde se incluían también los consejos de campesinos, algo inédito en el resto de la revolución en Alemania –  y recomenzar el diálogo con los Estados Unidos. Su nuevo gobierno era una mezcla llena de imaginación que se componía en gran parte de filósofos anarquistas como Gustav Landauer o de periodistas y escritores de izquierdas como Erich Mühsam y Ernst Toller, lo cual ya decía mucho del nuevo orden que pretendía, cediéndole a las ciencias humanas una parte muy importante en la política Una política que sí quería cambiar el sistema, y además sin derramar ni una gota de sangre. Al contrario de Ebert, que proseguía con las mismas ideas desde el comienzo de la guerra, que no eran otras que conservar la monarquía y el antiguo régimen, para lo cual estuvo dispuesto a llegar a todo.
     Finalmente llegó la ansiada Asamblea Nacional y el USPD dirigido por Eisner perdió las elecciones a favor del  Partido Popular Bávaro, dirigido por la burguesía. Y aunque aquello era ciertamente una derrota, no era de gran importancia para él, pues los consejos ya estaban creados y tenían poder en el parlamento. Además en caso de que se intentasen abolir, se podría hacer una segunda revolución con el apoyo de la clase trabajadora y los soldados fieles a él.
      Sin embargo, nunca se sabrá si la revolución pudo haber triunfado con Kurt Eisner: fue asesinado el 21 de febrero de 1919, día en el que entraba en funciones el parlamento del Estado de Baviera. Su entierro fue el más visitado de la historia de Múnich, hasta los campesinos llegaban desde lejos, con sus “Lederhosen” para dar el último adiós a aquel bohemio berlinés que tanto los había tenido en consideración.

Su muerte significó el principio del fin en la República, pues lo que ocurrió a continuación tuvo poco que ver con su ideología e intervenciones. A continuación el gobierno quedó prácticamente incompetente, y no sólo por su desaparición, si no porque ésta provocó el atentado que sufrió Auer (su rival en el Parlamento) y que lo dejó fuera del campo político, y porque otros dos dirigentes del gobierno escaparon por miedo a represalias contra ellos.
      En las siguientes semanas llegó la completa desorganización: se formó un contra-gobierno dirigido por Hoffmann que poco después instaló su sede en Bamberg, la contra-revolución ya había llegado a Múnich, estalló la guerra civil y el KPD, dirigido por Leviné, hizo un golpe de estado dentro de la misma revolución dos semanas antes de la definitiva derrota a manos de los Freikorps, entre los días 1 y 3 de mayo, que dejaron miles de muertos, heridos y detenidos.

La revolución de Ernst Toller

     Ernst Toller no estuvo en Berlín el día de la proclamación de la República Alemana el 9 de noviembre de 1918, tampoco estuvo en Múnich con Kurt Eisner el 7 del mismo mes, ni el 21 de febrero de 1919, día del asesinato del mismo Eisner. Sin embargo su aportación a la revolución y a la República de Consejos de Múnich fue más que remarcable, tanto que sin él, la historia hubiera sido ciertamente diferente. Pero su revolución comienza mucho antes de la muerte de Eisner y de la República: el punto de partida es durante la Primera Guerra Mundial.
      Al comenzar la guerra se inscribió como voluntario en el frente francés en el que participó en las batallas más sangrientas de forma activa, como el mismo narra en su autobiografía Eine Jugend in Deutschland (Una juventud en Alemania): en Pont à Mousson, Priesterwald y en Verdun, y por sus actuaciones en ellas recibió el título de suboficial y la condecoración de la Cruz de Hierro, algo que se otorgaba en muy pocas ocasiones y sólo por acciones militarmente heroicas en el campo de batalla. Su participación en la guerra de las trincheras terminó por enfermedades psicológicas que pudieron ser causadas por las dificultades de integración por su origen judío. Tras su salida del hospital se trasladó a Múnich, en donde se matriculó en los estudios de derecho y filosofía, y retomó las actividades literarias que ya había comenzado en su adolescencia, y que le llevaron a conocer personajes como el editor Eugen Friedrich, Thomas Mann o el filósofo y sociólogo Max Weber, al cual siguió hasta Heidelberg para continuar asistiendo a sus lecciones. Bajo las influencias de estos intelectuales, el futuro dramaturgo cambió su perspectiva respecto a la guerra y la violencia llegando al polo contrario, al reconocerse en estos momentos como un absoluto pacifista, hasta el punto de intervenir años después en la justicia, para salvar de la pena de muerte al Conde Arco-Valley, el asesino de su amigo y maestro Kurt Eisner.
Los siguientes pasos de Toller fueron de forma activa fundando la asociación pacifista Kulturpolitischer Bund der Jugend in Deutschland en Heidelberg muy influenciada por las ideas anarquistas del sociólogo y filósofo Gustav Landauer. Ideas que más tarde Toller reconocerá de la siguiente forma: “Der Künstler muß als Künstler Anarchist sein, und als soziales Mitglied, als ein auf die Befriedigung der Lebensnotdurft angewiesener Bürger Sozialist” (“El artista debe ser anarquista como artista, y como miembro social, es decir como ciudadano que depende del cumplimiento de sus necesidades vitales, socialista”). La influencia del socialismo es evidentemente del admirado Eisner.
     El primer encuentro entre el dramaturgo y Eisner fue en una estancia en Berlín. Quedó fascinado por él y fue la persona que más influyó en los años revolucionarios del autor. Lo siguió a Múnich atraído por sus planes políticos y allí tuvo lugar la primera intervención que hicieron juntos, al participar en la huelga el 27 de enero de 1918, una huelga en la que Toller repartió escenas pertenecientes a su primer drama Die Wandlung (La transformación), en las que se manifestaba en contra de la guerra, los patriotismos e incluso denunciaba el creciente antisemitismo de los militares. La huelga (huelga en la producción de munición) que se prolonga cuatro días, acaba con la detención de Toller y de Eisner. Toller irá a la prisión militar y después a un manicomio – motivado por gestiones de su madre -, hasta septiembre de 1918.
      Aunque ya estaba fuera de prisión en el momento de la formación del gobierno parlamentario en Baviera, no pudo ser partícipe de su formación a causa de una gripe que lo retuvo en Landsberg, y no será sino hasta mitades del mismo mes, cuando el futuro autor de dramas expresionistas llegue a formar parte del gobierno creado por Eisner, siendo nombrado segundo presidente del consejo ejecutivo de la República de Baviera.
      Su entusiasmo por la llegada del “nuevo hombre” y por una nueva sociedad aumentaba a medida que la formación de la República de Consejos iba avanzando, y a medida que se iban desenmascarando sus carencias en el mundo de la política, llenas de contradicciones provenientes de sus discursos y sus acciones, como también inexactitudes a la hora de definir su ideología política como lo era el socialismo, según Klaus Bebendorf,  en su trabajo sobre el autor, nunca supo decir bien que significaba este término para él. Muy en concordancia con las opiniones de sus contemporáneos como Max Weber o como Ernst Niekisch que afirmaban que sus acciones políticas carecían de estrategia alguna.
      Fue a partir de febrero, después del asesinato de Eisner – momento en el que se encontraba en Berna – donde su participación política derivará a acciones cada vez más alejadas de la posición pacifista a la que le había “jurado pleitesía”, llegando a tal punto que prestará ayuda en abril del 1919 al nuevo y violento gobierno comunista de Leviné - ejerciendo como comandante - y ganando una de las batallas más importantes del ejército rojo en la revolución de Baviera, en Dachau. Más tarde se perderá la Republica, será detenido, juzgado y condenado a 5 años de cárcel por su participación en el gobierno revolucionario. En sus años en la cárcel terminará su drama Die Wandlung y escribirá otros 4 más: Masse Mensch, Die Maschinenstürmer, Hinkerman y Der entfesselte Wotan, además de ciclos de poesía entre los que destaca Das Schwalbenbuch, y las cartas desde prisión que más tarde serían publicadas.
     Quizás por suerte o quizás no, sus actividades políticas pasaron a segundo plano después de la detención y el encarcelamiento. Eso nunca lo sabremos. Lo que si sabemos es el legado de dramas que nacieron a raíz de la experiencia revolucionaria de aquel político pacifista exaltado, aquel que no se unió a ningún partido, aquel que se puso con 25 años al frente de aquella república. Y también sabemos, que por suerte, no fue condenado a muerte, ni asesinado como muchos otros de sus compañeros de revolución o como el gran líder Eisner, al cual, junto a Toller, queremos rendirles homenaje desde aquí.

lunes, 7 de febrero de 2011

Diario de un trabajo académico recién empezado. Parte post-supositoria rectal. Introducción dolorosa 1.1.2.2. Volvemos al lugar del crimen

Desde luego que hay preguntas que son fáciles de responder y otras que no. De hecho, hay preguntas que son difíciles de responder pero que se responden de una manera fácil y otras que se responden fácilmente de una manera difícil. De hecho, yo me contesto a mí mismo con una facilidad fuera de lo común con las respuestas más complicadas que yo pueda imaginar a las preguntas más absurdas que yo mismo me pueda hacer.
En fin, voy a ir al grano, que el tiempo vale más que el oro (eso ya lo dije), y voy a  intentar contestarme vía “mi blog” a las preguntas que me hago. Pero no sin antes decir que lo que ya me preguntaba hace aproximadamente una semana me lo han preguntado en mi desastrosa presentación de la Magisterarbeit. De hecho, la pregunta que mi hicieron (Gracias Daniel) es a la vez la contestación a la elección de los dos novelones o novelazas del amigo Roberto para aplicar el principio dilógico del amigo Miguel (Bajtín para los no tan amigos). Y es que dos días más tarde de preguntarme la elección (que la hice por mera intuición) y no poderme responder, sí que lo conseguí cuando la pregunta vino de una boca que no era la mía: afirmé que son las novelas que más técnicas narrativas parecidas tienen en la obra de Bolaño. Toma.
Si eso es cierto o no, me gustaría saberlo, pues hasta el momento aún me faltan varios libros (entre ellos novelas) del autor por leer (Y no, no he leído todo de Bolaño). Pero he vuelto a releer varios de los pasajes que están destinados a meterse dentro del trabajito académico, y ciertamente, muy ciertamente, encuentro puntos, muchos puntos, en común, muy comunes, en la técnica de narración. Qué alegría, me dije. Soy hasta listo,volví a decirme.  Y así hasta que empecé a descubrir que algunas – y algunas significan quizás muchas – de las estrategias narrativas, se repiten a menudo en otras de sus novelas, las cuales no las voy a enumerar porque por una parte rompería el principio de solo publicar escritos no académicos y por otra estoy muy harto de la hibridez, la estilización, la parodia, el diálogo interno y las ideologías de las voces, las cuales introduciría aquí al escribir en lenguaje académico, lenguaje que no es otra cosa, que escribir de modo que no se pueda contradecir nada, no caer en falacias pero todo el mundo las comente (NO confundir con nada!) y que sea difícil de entender por los que no son académicos y por los que sí lo son.
Ya tengo lo que quería y lo que no. “Mis” dos novelas se parecen mucho, pero también se parecen a las otras en algo, tirando a mucho. Creo que incluso también a las otras, las que no he leído. Eso sí, en longitud no se les parecen, y así se hagan la cirugía estética, tampoco en la estructura. Por lo visto, ya tengo alguna pista que seguir, o seguir siguiendo. Así que, manos a la obra y seguir honrando el oficio de detective. (Ahora me voy de nuevo al lugar del crimen - o sea, a las dos novelas -, vuelvo en unos días y os cuento – o mejor me cuento -  el miedo que da).

sábado, 29 de enero de 2011

Diario de un trabajo académico recién empezado. Parte Pre-Introductoria Supositoria 0.0.0.1: la razón del dialogismo en Los detectives salvajes y 2666 de R. Bolano.

La pregunta de por qué he escogido estos textos para aplicar – lo que podríamos llamar – el principio dialógico de Bajtín, o viceversa, por qué he escogido el principio dialógico de Bajtín para analizar aspectos (tanto temáticos como técnicos) de estos textos, es lo único que aún no he conseguido ni tan siquiera imaginar que lo pudiera responder. Ya solo me conformo con intentarlo.
Como intento más lógico de respuesta, consigo primeramente articular lo siguiente: Los detectives salvajes y 2666 son dos novelas anti-institucionales y pluriculturales. Esto no es debatible. Solo lo sería si digo que éstos son los temas principales. Porque no lo son. Entonces son novelas con aspectos anti-insitucionales y pluriculturales. Y esto está claro en mi mente y en la de todo el mundo. Son como las películas expresionistas que no lo son, porque solo son películas con elementos expresionistas.
Ahora bien, por qué estas novelas son tan apropiadas para analizar el anti-institucionalismo y el multiculturalimo  si el tema principal no es ni de lejos ninguno de los dos? Pues porque, aunque a simple vista no lo parezca, el anti-institucionalismo y el multiculturalismo están presentes durante toda la narración de los dos textos.
Esta omnipresencia del posicionamiento del narrador (no nos confundamos con el autor) en cuanto a las instituciones de toda índole y de multicultirualismo chileno, mexicano, espanyol y catalán, es visible desde muchos puntos de vista en muchos fragmentos, pero quizás y solo quizás, es solo perceptible en todo momento si lo observamos bajo la lupa del principio dialógico.
Cualquier experto en Bajtín podría tirarme una piedra a la cabeza si me dedico a hacer explicaciónes de su teoría o le doy definiciones. Pero voy a arriesgarme, entre otras cosas porque nadie lee este blog: todo enunciado es dialógico y por lo tanto, todo enunciado contiene (un solo enunciado) diversos discursos e ideologías. Eso ya lo dijo Bajtín, así que, no corrí riesgos (o eso espero).
No hace falta decir que la ideología del narrador de Roberto se posicionaría en el anti-institucionalismo y por lo tanto, con esto, y de esta forma tan simple, el discurso anti-institucional lo podemos percibir en cualquier enunciado de ambos libros. Esto, por cierto, no justifica para nada la elección de estas dos novelas. Por lo tanto, voy a hacer otro esfuerzo y me voy a preguntar por la otra linea que sigo en este trabajo:
?Cómo percibimos la omnipresencia del multiculturalismo? Es decir, cómo percibimos la presencia de Chile, México y Espanya en los enunciados? Dado que el autor (el real, no el narrador. No nos confundamos otra vez) vivió su infancia en Chile, creció en México y vivió más de 20 anyos en Espanya, podemos decir que la eleción del escritor está justificada. Excelente, me digo en mis adentros, una vez más. Pero la elección de los libros sigue sin estarla.
Esto será todo por hoy. No voy a continuar por ahora con hipótesis ni con razonamientos falaces (no confundir con nada, por favor). El estado de mis preguntas internas del por qué del trabajo solo es accesible para mi razonamiento hasta aquí. De todas formas continuaré y lo volveré a intentar. Pronto, que el tiempo es oro y a veces platino. Dejo esa firme promesa. También dejo la promesa, aunque no tan firme, que hay algún tipo de lógica en esta elección de temas, libros y teoría. Y cuando la vea, si la veo, será bacán, chingón y cojonudo a la vez.